Myriam García Carromero

"Duquesa de Éboli"

Después de lustros de redactar y publicar documentos de divulgación científica, me hice escritora para enfrentarme a la pérdida de memoria de mi madre. Mientras ella nublaba sus recuerdos, yo los materializaba en la RAM de mi computador; para poder recordar desde la ficción lo que quizás la realidad me esquivaría más pronto que tarde.

Mi primer escrito fue “Memorias de sopas de ajo”

Sin embargo, fue “Lautaro se viste de chef” a quien primero publiqué, una novela que cabalga miles de millas de una ruta milenaria para volver al principio, y sólo así los personajes son capaces de descubrirse. Un thriller histórico con mucha sustancia.

Más tarde, mis viajes me llevaron a historias impensables que viví a través de los nuevos amigos y territorios que conocí y publiqué “La casa de las golillas de cóndor” bajo mi alter ego Duquesa de Éboli.

“El nudo apretado de la corbata“ está listo para ser publicado en formato de revista digital, mientras que “Historias de un follicidio” verá la luz en papel y digital bajo una colaboración editorial española-mexicana

Hasta ahora “El Río Delator” es la obra donde me siento más reflejada, pero necesita un poco tiempo para asentarse. Los libros son como las tortillas de patatas, saben mejor varias jornadas después de cocinados.

 

LAUTARO SE VISTE DE CHEF

Un conjunto de chefs españoles liderados por un cocinero sin fronteras, Jacinto, y la representante ministerial de Turismo del Norte Grande chileno, Rosa, inician una ruta temeraria para rebautizar la hazaña de Diego de Almagro como la ruta gastronómica del gran Adelantado.

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LA CASA DE LAS GOLILLAS DE CÓNDOR

Ramiro sufre una pérdida irreparable que le obliga desde muy joven a tener que buscarse la vida para sacar adelante la suya y la de sus familiares. En un Chile aplastado por la alta inflación, no hay trabajo malo para salir adelante, y él tiene una brújula que le guía: el techo tachonado de monedas.

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Muchas gracias, es emocionante formar parte de esta tripulación tan bien avenida. Emulando a André Gidé, “Uno no descubre nuevas tierras sin consentir en perder de vista, por mucho tiempo, la orilla”. Olvidémonos de la orilla y al mar de la escritura de cabeza.

- Myriam García Carromero -